Durante dos semanas los morenistas se han desgarrado las vestiduras acusando a los diputados de la oposición de ser traidores a la patria, todo porque los diputados ejercieron el derecho a voto que les otorgamos los ciudadanos.

Pues en esta ocasión, la reforma que envía el gobierno de la 4T para reformar el sistema electoral si es un hecho que puede ser considerado traición.  

El punto medular de la reforma, está en la eliminación del Instituto Nacional Electoral y crear el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas, busca además eliminar los Organismo Electorales Locales y además cambiar la forma en la que se eligen a los consejeros del Instituto. Está por demás decir que la reforma busca únicamente hacerse del control de las elecciones por parte del partido en el poder.  

Una jugada completamente antidemocrática y traicionera a los ciudadanos.  

El gobierno de López Obrador ha hecho hasta lo incansable por manchar la reputación del Instituto Electoral, el mismo que le otorgó el triunfo hace 3 años.

Bajo la excusa de la inexistente austeridad republicana y la elección por voto popular de los consejeros, morena, al igual que los gobiernos más fascistas del mundo, pretende hacerse del control de la organización de las elecciones. 

¿Con qué cara el partido oficialista puede acusar a otros diputados de traición a la patria mientras pretende establecer una dictadura? 

Con la misma con la que ha quitado medicamentos a los niños con cáncer, con la que ha negado los feminicidios, que ha devastado la Selva Maya por un tren a base de carbón, la que ha destruido la economía y la que ha matado a cientos de miles de mexicanos por su indiferencia ante la pandemia de COVID.  

Ese mismo partido pide hoy que confiemos en ellos para que se hagan cargo de la organización de las elecciones en México.  

Un verdadero descaro.