Movilidad aeroportuaria
Si no le gusta no salga de viaje



“Si no le gusta, no salga de viaje” le dijo un Guardia Nacional a un colega aeronáutico de quien firma esta nota que tuvo recientemente la necesidad de ir a dejar a un pasajero con necesidades especiales a documentarse
en un vuelo que partía desde la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México a cargo de unos orgullosos, prepotentes, ignorantes y poco empáticos elementos tanto en activo como en retiro de la Secretaría de Marina, quienes, sin tomar en cuenta las consecuencias, decidieron, quién sabe en base a qué, hacer cambios en las vialidades terrestres de acceso vehícular público, afectando por ejemplo a mi amigo que primero se encontró con un trafical para acceder al nivel de documentación de las aerolíneas en dicha terminal para evitar que su lastimado pasajero tuviese que caminar demasiado, sólo para tener que invertir casi una hora de tiempo para poder acceder al estacionamiento público de automóviles para acompañar el viajero, haciendo un innecesario recorrido atribuible a las erróneas decisiones de los funcionarios del aeropuerto en el que de la misma manera como lo están haciendo en todos los aeropuertos que tocan le están partiendo la cara a los temas de facilitación, es decir, están complicando las cosas a todos los usuarios, llámense empleados, proveedores, visitantes, operadores logísticos y claro está pasajeros, los cuales reciben respuestas como la que emanó de ese Guardia Nacional luego de la legítima expresión de inconformidad por parte del afectado.
No, no se vale estimado lector que las fuerzas armadas mexicanas sigan pegándole tan duro a la calidad de los servicios que se prestan en donde ahora ellos mandan, más bien ordenan.
Y es que una cosa es que con su labor se aspire a mejores controles que eviten que los medios de transporte sean empleados ilícitamente o se atente contra ellos y otra es que se pretenda someter a la sociedad y a las actividades de transporte que la misma realiza a criterios y protocolos de actuación que distan mucho de las realidades y de las necesidades de atención de la oferta y demanda, como son los militares.
¿Cuántas veces emplearé este generoso espacio editorial para exhibir las consecuencias de la militarización no solamente del aerotransporte mexicano, sino de una parte sustancial de servicios que la población requiere?
¡Las qué sean necesarias!
Y es que cada día quien firma esta columna está más consciente de la importancia de la prensa en una democracia y por ende del valor del ejercicio de la libre expresión para la transmisión, por ejemplo, mediante columnas de opinión como la presente, en las que se comenten con objetividad y bases los temas nacionales, en mi caso especialmente con lo relacionado a aquello que vuela.
Sobra decir que si a el Aviador un Guardia Nacional o cualquier otro funcionario público uniformado de civil se atreve a decirle ese “si no le gusta, no salga de viaje” al manifestar su descontento en un proceso aeroportuario, este analista no solamente lo compartirá cual desahogo con algún colega, sino que procederá en contra del elemento por los canales correspondientes. Está por verse si lo pelan a uno o por el contrario “se la aplican” todavía más, especialmente si los mismos tienen perfil castrense.