Highway to hell

El plagio es políticamente correcto solo en la 4T. lo que aquí se reproduce no es de mi autoría. Es prácticamente integro a partir de Alnavio No hubo necesidad de hacer cambios y las analogías
con las prácticas de la Cuarta Transformación, sencillamente saltan a la comprensión del texto.
El proceso de destrucción de la economía de Venezuela ha sido tan sistemático por parte de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro que pareciera que tiene que haber sido deliberado. Según esta hipótesis, el propósito es dominar a la población mediante el hambre. Aunque es discutible, no puede negarse que esta tesis tenga cierta lógica si tomamos en cuenta una serie de medidas y acciones que Chávez tomó y que Maduro ha sostenido a pesar de los evidentes resultados.
El dominio a través del hambre no significa que se someta a la población a pasar hambre. Supone el control de la misma satisfaciéndola desde el estado protector del Pueblo Bueno, cancelando la necesidad de producir individualmente esta satisfacción básica.
1.- Control del tipo de cambio.
Cuando Chávez se posesionó como presidente de Venezuela en febrero de 1999, la economía no estaba entre sus prioridades. De hecho, fue muy moderado en ese terreno, ratificando como ministra de Hacienda (así se denominaba esa cartera, en México SAT) a Maritza Izaguirre. Por entonces la prioridad del nuevo mandatario era la política; emprender el proceso constituyente mediante el cual, además de aprobar modificaciones a la constitución, sus partidarios tomaron el control de las instituciones del Estado. No fue sino hasta febrero de 2003, cuando tomó su primera decisión económica clave: un control de cambios. Desde entonces esa ha sido una medida invariable y corazón mismo de la estrategia económica chavista. El control de cambio había llegado para quedarse para siempre, como él. En realidad, la historia reciente de Venezuela con este tipo de restricciones económicas comenzó con la devaluación del 18 de febrero de 1983, que puso fin a 22 años seguidos de estabilidad y libre cambio del bolívar.
Desde entonces Venezuela ha tenido 23 años de control de cambio: 1983-1989, 1994-1996 y 2003-2018 (el período más extendido), versus 12 años de tipo de cambio libre: 1989-1994 y 1996-2003. Adivine el amable lector en cuáles períodos se devaluó más el bolívar y hubo mayor fuga de capitales. Con este sistema cambiario se buscaba controlar al sector privado, los medios de comunicación, las importaciones, el movimiento de capitales, las inversiones, el ahorro, y a la clase media venezolana. Controlar a la sociedad amarrándola al reparto de la renta petrolera.
Como lo han demostrado los hechos, ese modelo ha condenado al país a un empobrecimiento irremisible. Sobrevaluó artificialmente la moneda por años desestimulando la producción nacional, el ahorro y la inversión; y de paso ha sido foco permanente de corrupción. Romper con la dependencia de la renta petrolera (la eterna promesa de resurrección de la gloria petrolera) es incompatible con el control de cambio, ya que este es el asesino directo de cualquier incentivo económico productivo. Mientras exista la posibilidad de acceder a dólares baratos para importar (o aparentar que se importa), no tiene sentido producir en un país donde hay tantos obstáculos a la producción. A su sombra han crecido oscuros y aparentemente poderosos intereses conectados con el Alto Gobierno.
Pero hay un daño adicionalmente catastrófico: el control de cambios ha obligado a Petróleos de Venezuela, PDVSA (casi única fuente de ingresos en divisas del país) a operar a pérdidas, que con el paso de los años se hicieron cada vez mayores al ampliarse la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. ¿Cómo cubre los gastos en bolívares? Con inyecciones masivas por parte del Banco Central de Venezuela (BCV).
2.- El ‘millardito’, la reforma del BCV y el Fonden.
En julio de 2005 se creó el Fondo Nacional para el Desarrollo Nacional (FONDEN), en teoría manejado por los ministerios del Poder Popular para la Economía, Finanzas y Banca Pública, el de Planificación, y el vicepresidente ejecutivo. En la práctica, controlado directamente por el expresidente Chávez, según admitió más de una vez públicamente. El FONDEN manejó más de 100.000 millones de dólares provenientes de las exportaciones petroleras que se usaron en distintos proyectos dentro y fuera del país como la compra de deuda soberana de Argentina, Nicaragua, Ecuador y Bolivia; se invirtieron en instrumentos de Lehman Brothers antes de su quiebra en 2008 y en acciones en una empresa de armamentos en Rusia; financiaron proyectos en Cuba; y la construcción de viviendas inconclusas por parte Bielorrusia en Venezuela, así como la adquisición de plantas eléctricas y dos satélites a China. Todo esto sin control o fiscalización alguna por parte del BCV. De hecho, su creación se inspiró precisamente en una demanda que el finado expresidente le hizo al instituto emisor.
El envío de recursos a países “hermanos” abanderados de humanismo, pero sin transparencia en ninguna etapa es, de hecho, una práctica difícil de probar. Sin transparencia, estamos a merced de la mentira.
A comienzos de 2004, desde su “mañanera”; Aló Presidente, Chávez le exigió al BCV la entrega de 1.000 millones de dólares de las reservas internacionales para financiar diversos proyectos. Aunque esos recursos ya habían entrado al fisco nacional en bolívares siendo respaldados por dólares de las reservas, el ministro de Finanzas de la época, Tobías Nobrega, prefirió proponer una modificación de la ley del BCV que explicarle al presidente cómo se respalda una moneda nacional.
En 2007 Chávez expropió el Banco de Venezuela, filial del español Santander.
¿Y si en lugar de expropiar la banca, se forma una alianza con alguna cadena de bancos de presencia nacional?
Con esa reforma, aprobada en 2005, se modificó el tradicional procedimiento mediante el cual los dólares provenientes de PDVSA se convertían en bolívares antes de entrar al fisco nacional por concepto de impuestos y dividendos de la estatal. Desde ese momento los ingresos “excedentes” de la renta petrolera pasarían directamente a manos del presidente y el BCV sería una institución inútil. Eufórico el mandatario llegó a decir:
“Hemos ganado una nueva batalla. Yo comencé pidiendo un millardito. Ahora son seis millarditos”.
Así fue cómo, con la asesoría de Tobías Nobrega, un economista profesional que sí sabía lo que estaba haciendo, se empezó a pavimentar la autopista que ha llevado a Venezuela a la mayor hiperinflación que ha conocido el continente
3.- Nacionalizaciones y expropiaciones La siguiente vuelta de tuerca vino en 2007.
A raíz de la amplia victoria electoral del año anterior Chávez anunció, ahora sí claramente, que su proyecto iba rumbo al socialismo. En cumplimiento de ese propósito comenzó la mayor ola nacionalizaciones y expropiaciones de empresas y tierras en manos privadas que haya tenido Venezuela nunca. Estas se dividieron en dos grupos. Aquellas empresas propiedad de capitales extranjeros con las que se llegó a un acuerdo de pago por parte del Estado Banco de Venezuela, filial del Banco Español Santander, Cantv (telecomunicaciones), La Electricidad de Caracas, empresas cementeras, Sidor (siderúrgica), la mina de oro “Las Cristinas” y las plantas procesadoras de arroz de la empresa estadounidense Cargill, entre otras. Y las que eran propiedad de venezolanos, a las que nunca se les pagó, como por ejemplo Sidetur, Agroisleña o el Sambil (un megacentro comercial en Caracas), así como miles de hectáreas de tierras de productores agrícolas, lo que en la práctica constituyeron confiscaciones.
Este fue, por cierto, el punto de inflexión de la debacle del sector agroindustrial venezolano y de la severa carestía de alimentos que la población sufre desde hace años. Como vemos, hubo un trato para el capital transnacional y otro muy distinto para el nacional. La motivación era la misma que con el control de cambios: política. Debilitar la capacidad de resistencia de los empresarios privados al proyecto de poder oficial. Algo fríamente calculado que por supuesto tuvo efectos económicos muy negativos al destruir las expectativas de inversión privada nacional.
4.- Ley orgánica de precios y ganancias justas (Control de precios).
Esta fue la siguiente parada, promulgada en octubre de 2011. Supuestamente iba a garantizar unos precios justos y estables para el consumidor. Ha sufrido al menos tres modificaciones desde entonces. Se creó la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos de Venezuela (Sundde) para velar por el cumplimiento, con tres superintendentes. Decir que en este caso el remedio ha sido peor que la enfermedad es ser piadoso.
El sistema de precios en el país ha desaparecido y esa ley lo único que ha promovido ha sido el desabastecimiento y la ruina de los pequeños y medianos comercios. Curiosamente desde que esa ley entró en vigencia la inflación en Venezuela se disparó, pasando de dos dígitos al año, a tres y luego esos mismos dígitos, pero al mes. Se ha convertido en un mecanismo para penalizar el trabajo y la producción, mientras sirve como espectáculo para señalar a los “verdaderos autores de la guerra económica”, por lo general modestos y esforzados comerciantes de origen portugués.
Es imposible no ver una clara intención de división en la sociedad. Señalar que los problemas son culpa de los emprendedores abunda en el odio hacia los que pretenden conservar.
Pero ha sido nefasta no tanto por su inaplicabilidad, sino por reforzar entre los funcionarios y activistas chavistas la convicción de que la economía se puede gobernar. Esta última una de las obsesiones de Maduro.
Destruir la economía para que la población dependa del Estado tiene sentido hasta que se destruye al sector que sostiene ese esquema de dominación. Este es el punto en el cual se concluye que en realidad más que una estrategia ha habido la enorme ignorancia e incompetencia que ha caracterizado la mente de todos los entusiastas de los proyectos socialistas en los últimos 100 años.
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