De la educación y otras panaceas

Muchos estamos convencidos de que a través de la educación se logran cambios permanentes en los individuos, y por ende en la sociedad. Por ello, cuando un individuo toma decisiones incorrectas, solemos culpar a la falta de educación, formal e informal; a simple vista
Muchos estamos convencidos de que a través de la educación se logran cambios permanentes en los individuos, y por ende en la sociedad. Por ello, cuando un individuo toma decisiones incorrectas, solemos culpar a la falta de educación, formal e informal; a simple vista
es una conclusión lógica, pero ¿por qué algunos individuos con poca instrucción formal actúan correctamente y otros, a veces con demasiada instrucción, actúan incorrectamente?
No hay una sola respuesta, hay muchos enfoques, desde personalidad, inteligencia emocional, instinto, desequilibrios físicos y mentales, y una enorme lista que depende de la especialidad desde la que se estudie el comportamiento humano.
Ante esta enorme baraja de posibilidades ¿Qué se puede hacer para cambiar a la sociedad?
Si investigamos un poco sobre contenidos educativos en otros países encontraremos una coincidencia y ese es el punto. Permítanme una licencia histórica para resumir. No importa el pasado del país, por poner el más cercano, Estados Unidos, fueron ingleses y nativos americanos, fueron norte y sur, son demócratas y republicanos; son blancos, caucásicos, negros, latinos, orientales, con muchos genotipos, barrios irlandeses, italianos o judíos, con todas las religiones posibles, con tan variada población, y la pregunta es ¿porque están unidos?, ¿por qué se consideran mejores que otros países? ¿Cuál es el ingrediente misterioso? Amor a la patria, es saber desde pequeño que por ser “americano” lo mereces todo. Pero espera, no soy tan proyanqui. Otro ejemplo, Alemania, difícil transitar del Imperio Austro Húngaro, a perder dos guerras mundiales, y ser nuevamente una potencia, el ingrediente es el mismo, amor a la patria, el orgullo de ser alemán, aunque tus raíces sean turcas, se levantan a ser el mejor, porque así debe ser. Y un último ejemplo Japón, cultura milenaria, poco territorio, perdedores de contiendas, con el mismo ingrediente, amor a la patria. Entonces, ¿por qué en México no usamos ese ingrediente? ¿por qué buscamos el defecto, lo mal hecho, la separación y distinción de clases? La respuesta es sorprendente, la educación nos predispone, los libros de primaria hacen esas distinciones, ya desde la época prehispánica se marcan diferencias entre Calmecac y Tepochcalli, después Españoles e indígenas, ahora pública y privada; pero también distinguimos entre urbano y rural, norte trabajador y sur ladino.
Por más esfuerzos individuales para desterrar esas ideas y convocar unión surge la falta del ingrediente de éxito como nación, amor a México. ¿Cómo conseguir autoestima mexicana? Como toda autoestima, es un trabajo diario, repetitivo hasta convertirse en hábito.
Propongo comenzar con las siguientes afirmaciones:
- Estar convencido de que mi México es el mejor país y no lo cambiaría por otro.
- Acepto que los mexicanos somos de distintos tonos, pero todos somos valiosos mexicanos.
- Cambiar la crítica negativa, el adjetivo punitivo, por el reconocimiento de los atributos y cualidades de cada individuo, “Es mexicano, por eso es bueno para ____.”
- Buscar más mexicanos ejemplares y hacerlos famosos; hay muchos en todas las disciplinas científicas, sociales y de labor comunitaria.
- Hacer nuestro Mexiwood, donde el mexicano salva al mundo, no donde se llama “el Vítor”.
Hay muchas acciones para cambiar el concepto que tenemos de nosotros como mexicanos, pero primero hay que tener la humildad de aceptar que todos somos divisionistas.
¿Te sumas al reto #AmorPorMexico?
Sígueme en Twitteren @PidalPatricia