¡Al diablo las consecuencias!

Ya lo vimos como un furioso luchador social, exigiendo derechos y presentando su verdad como un elemento inamovible.
Lo vimos profesar su ira ante las instituciones por aplicar la ley, de una manera que lo agraviaba.
Ya desde que entró formalmente al gobierno demostró que su manera de actuar era otra. Es cierto que vimos un cambio. El cierre de ductos de Pemex de enero de 2019 nos enseñó que no se pararía, que era un hombre de acción. Y al diablo las consecuencias.
Tiene plena confianza en que su aparato de propaganda cubrirá cualquier hueco en su lógica y que su mañanera lo blinda de los efectos de la verdad. ya olvidó cuales son los hechos y él es capaz de querer demostrar que él es quien decide que es verdad y que no.
El actual manejo de la crisis del #Coronavirusmexico muestra una profunda soberbia, ignorancia o perversidad. Tanto el Vive latino como las condiciones actuales de los aeropuertos de CDMX y Los Cabos muestran un gran desacato a las advertencias y egoísmo.
López actualmente no solo desafía y manda al diablo a las instituciones, decide mandar al diablo las consecuencias. No importan nada ni nadie con tal de mantener su popularidad. No importa lo que pase, ni el dólar, las pérdidas de Pemex, los infectados, el desempleo.
López sigue en su eterna campaña, besa niños y se rodea de multitudes. No reta a los "conservadores", ni a las instituciones que debería presidir, ni si quiera a los medios, él reta a la pandemia. Está dispuesto a jugarse la vida. Que lo haga, pero que no juegue con la de otros.
Para esto pide total postración de su gente, obediencia ciega y hasta que traicionen su ideas y conocimiento general.
La vil traición de Hugo López-Gatell a sus convicciones, a lo que obliga su cargo, a su juramento hipocrático y al sentido común muestra como se pide obediencia absoluta sin pensar en el puesto para el que fue designado.
Un médico que no ve por los enfermos, una secretaria de los derechos humanos que no sabía que México es el primer lugar en periodistas asesinados, un canciller que no parece entender política exterior, un secretario de hacienda que no logra mantener las variables macroeconómicas y un director de Pemex que jamás entendió de negocios ni de petroquímica.
Todos estos enmarcan la prioridad de quedar bien con su jefe y de ignorar el fututo de los mexicanos.
Todos estos mandan al diablo a las consecuencias y al diablo al pueblo mexicano.
Ya desde diciembre de 2018 la razón y la lógica se salieron por la ventana. Sus aparatos de propaganda están para darle la razón y aún si contrajera el virus López está confiado en que le sus arrastrados miembros del gabinete y sus matraqueros le darán la vuelta. Sin embargo, no entiende que esto no se trata de él.
Que sin importar cuanto le laman los zapatos y cuanto lo encumbren, el es menos importancia que la voluntad y las necesidades de todo un país.
Él quería ser presidente, pero sigue sin ejercer el cargo. Regalar dinero e imponer leyes que los favorezcan no es hacerlo. El levantarse todos los días a atacar a sus opositores tampoco. Y retar a la suerte menos.
Si enferma y muere la consecuencia será grande, la máxima para él. Mediana para el País ya que Morena se disputará el poder con uñas y dientes. Pero las repercusiones de sus actos afectan a todos los mexicanos.
Su inacción o malas decisiones nos afectan desde antes de la aparición del virus. No se ve alto a la violencia y su relación con el dinero es desastrosa. A final de cuentas como mexicanos sobreviviremos al virus. Pero las consecuencias de López durarán por aun más tiempo.
Que haya gritado hace años "Al diablo las instituciones" nos mostró su desapego a la ley y su carácter autoritario. Hoy sigue gritando. "Al diablo las consecuencias" Lo que nos muestra el desdén por el mismo pueblo que debería representar.