Sindicalistas aeronáuticos mexicanos, apoyando a un antisindicalista
Para nadie es un secreto el desprecio que ha tenido el gobierno federal morenista por los derechos laborales, y por ende, por los derechos humanos de los mexicanos.
Llámese burócratas al servicio del Estado o empleados al servicio de la iniciativa privada, el trabajador mexicano está desprotegido de los abusos que crecientemente están cometiendo en materia laboral entidades públicas y empresas particulares. Lo he vivido en carne propia no una, sino cuatro veces en el sexenio actual en las que se me ha dejado ir de entidades sectorizadas a las Secretarías de la Defensa Nacional e Infraestructura, Comunicaciones y Transportes, sin cumplir cabalmente con las obligaciones que claramente establece la Ley Federal del Trabajo, afirmando descaradamente a la hora del despido que si bien estaban conscientes de que tengo derecho de exigirlas, a ellos no les preocupaba en lo más mínimo que yo recurriese a los tribunales, tal y como por cierto hizo una muy estimada compañera cuya carrera en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México fue truncada de la misma manera y quien, dada su antigüedad en la dependencia decidió demandar a la moral patronal, eso sí sabedora que al hacerlo pasaría, y aquí otro abuso, a formar parte de una suerte de lista negra de ex colaboradores del Poder Ejecutivo Federal a los que simple y sencillamente no se les contrata por haber osado a demandar sus derechos laborales a la corporación gubernamental que los tenía en su nómina.
Uno de los más mediáticos atentados contra los derechos laborales tiene que ver con las acciones en ambos sectores (los que pagan impuestos y los que los gastan) tendientes a restringir, si no es que eliminar por completo de los mexicanos a ser representados ante sus patrones por un sindicato.
Tan serio es el problema que los socios comerciales de México en el marco del tratado trilateral de comercio de América del Norte (T-MEC) exigieron para firmarlo importantes salvaguardas que garanticen los derechos de quienes se desempeñan en las empresas establecidas en México relacionadas con los intercambios trilaterales, medidas preventivas y coercitivas por cierto que han sido invocadas cada vez por más frecuencia por los socios de nuestro país, es decir Canadá y los Estados Unidos.
Llama mi atención como algunos sindicalistas aeronáuticos, ahora sí que “de cepa”, es decir, hombres y mujeres que no solamente han formado parte de una contratación colectiva firmada con alguna organización aeronáutica mexicana, sino que inclusive han llegado a tener una función de dirigencia, caso de cuatro de mis conocidos, apoyen con el fanatismo que lo hacen a un presidente como López Obrador que ha resultado ser un verdadero peligro para el sindicalismo mexicano.
Me indignó por ejemplo enterarme que el líder de la Asociación Sindical de Pilotos Aviadores de México, por sus siglas ASPA entregase el pasado 10 de agosto unas alas de aviador y designase al presidente López Obrador “primer piloto” de la nueva aerolínea militar mexicana, es decir, aquella que algunos ingenuos confunden con el renacimiento de la entrañable e histórica Compañía Mexicana de Aviación, aún cuando está perfectamente claro, por lo menos en el seno castrense de dicha compañía que los sindicatos no serán parte de sus operaciones, pocas posibilidades tendrá de serlo alguien que no se trate de un militar en retiro o del hijo o hija de uno.
Es más, por lo menos hasta donde yo lo constaté, todo lo que huela a sindicalismo es tan mal visto en las nuevas empresas aeronáuticas, aeroportuarias, ferroviarias, petroleras y turísticas de la Secretaría de la Defensa Nacional es tan mal visto que cualquier insinuación hacia cualquier derecho sindical de un colaborador o cualquier disidencia es motivo de separación del cargo.
Luego de la humillación a la que se sometió el líder de ASPA me enteré que un entrañable amigo, capitán retirado de Mexicana de Aviación, le hizo llegar a AMLO las primeras alas que portó en un uniforme de Mexicana. Cuando le pregunté la razón me respondió de una manera tan lamentable que bien puedo decir que la amistad, como la verdadera Mexicana de Aviación ya son historia.
No cabe duda: el fanatismo hace ciegos, y a muchos sindicalistas aeronáuticos mexicanos les está impidiendo ver una lamentable realidad: como a millones de connacionales de todos los sectores, este señor (AMLO) los está engañando y manipulando con un descaro propio de un psicópata. Me parece increíble que haya quien piense que una ASPA o una ASSA (sobrecargos) puedan llegar tener la titularidad de un contrato colectivo en la Mexicana militarizada. Duro, muy duro será el frentazo que se van a dar cuando se topen con la realidad vestida de uniforme y bota y el “humanismo” del rey de Palacio Nacional.