¿Progreso?

Progreso es el puerto más importante del estado de Yucatán. La fundación del puerto obedeció a la necesidad de trasladar la aduana comercial desde Sisal a un sitio más cercano a la capital. Siendo presidente de la República el General Ignacio Comonfort, otorgó el permiso correspondiente

mediante decreto en febrero de 1856. Actualmente la instalación marítima consistente en un viaducto que se interna en el mar 6.5 km para ganar profundidad y permitir el atracado de barcos con calado de 10 metros otorgándole la clasificación de puerto de altura. Simboliza el progreso que visualizaron desde 1856.

Algo que también sucede, si optamos por verlo así, es que interrumpe la belleza de las aguas de color turquesa difuminándose en el horizonte cubierto por un cielo espectacularmente azul y despejado. Pero esta contaminación visual es el precio que se pagó por el progreso.

Ahora que López publicó su video en la Rumorosa, con la intención de seguir dividiendo, fue lamentable que el único argumento que su limitado entendimiento alcanzó a construir fue que las turbinas eólicas “contaminan visualmente la belleza del paisaje”. Al referirse claramente como “ventiladores” a equipos que no lo son, abunda en lo que ya sabemos; López no entiende el mundo y da la razón a Ricardo Anaya en el tercer debate cuyo tema central fueron las energías renovables. López habló de refinerías y de la generación de energías con viento, sol y agua sin saber lo que estaba diciendo.

Cualquier granja de turbinas eólicas es, además de las obvias razones de su instalación, un símbolo de progreso. De forma inverosímil, además, aseguró que su gobierno no dará más permisos para la producción de energía eléctrica a las empresas que “afecten el medio ambiente”. Cada palabra que pronuncia se contradice con algo que pronunció y lo que es peor, es un golpe de remo contra corriente en términos del progresismo que defiende como tendencia política con su eterna critica al conservadurismo.

No tiene un solo comentario sobre la destrucción de escenarios naturales en Dos Bocas ni de su poco menos que inútil proyecto estrella, el Tren Maya. No los ve así. En su psicótico mundo, apuntar a energías en período de caducidad representa el progreso que el país necesita.

No imagino una conversación sobre autos eléctricos con el ejecutivo, pues quedaría estancada en como esa tecnología afectaría a PEMEX, a sus trabajadores y sindicatos, y a los pretendidos ingresos por el consumo nacional y la disminución en la recaudación de impuestos. Jamás verá los aspectos de combate a la contaminación ambiental y demás beneficios del progreso solo porque no entiende al mundo.

Imagino un México progresista en el que, a un costo razonable, cada vivienda contara por regla de construcción con paneles solares y si los vientos dominantes del sector lo facilitan, un generador eólico doméstico por llamarlo de alguna manera. Pero el impacto que en los ingresos de CFE, sus trabajadores, sindicatos y los pretendidos ingresos por consumo nacional aunados a los impuestos serían, como en PEMEX, devastadores.

Porque CFE como PEMEX, fueron símbolos de progreso hace 25 años y siguen siéndolo en la testaruda mente del inquilino de Palacio que, entre otras cosas, no entiende el mundo.