No hace nada porque en su mente ya logró su cometido. Es presidente y es lo que quería. Mostró que la perseverancia paga y que su terquedad rinde frutos. El problema está en que esto debería ser un medio, no un fin.
Él debería usar su posición para acabar con la desigualdad que denunció, crear oportunidades e implementar las miles de “estrategias” que aparecían en los libros con su nombre.
Debería buscar la unificación que jamás vió y tratar de encontrar caminos para que todos nos moviéramos hacia su visión, ser presidente debería haber sido una oportunidad para un cambio verdadero.
Pero la verdad y la fuerza de la costumbre son más precisas y más reales que nada, es claro que nunca supo sumar, nunca pensó en que hacer cuando lo lograra. Todos sus planes encaminaron el 100% de sus energías para llegar. Sus planes y programas estaban diseñados para ganar elecciones.
No para estar ahí.
¿Qué sigue? ¿Quién sabe? … “ya veremos”. O eso cree. Él ya llegó, alcanzó su meta más preciada y después se puso a descansar. Él ya llegó, señoras y señores, pero él ya también se retiró.
No tenemos presidente, tenemos al jubilado más caro del Sistema de Salud.
Él realiza las acciones que le agradan. Come lo que quiere, viaja y habla frente a la gente. Tuerce las leyes a su voluntad y piensa en el ahora que le agrada ver. Él sabe que no durará mucho, que su esfuerzo lo agotó y que la permanencia la deja como legado y herencia.
No sabe cuánto más durará, pero disfrutará las mieles de su lucha y del tiempo que le queda.
Disfrutará de la vida y dará sermones, lo que siempre le dio placer y tranquilidad. Eso de gobernar se los deja a otros, sus decisiones anacrónicas e imprácticas serán ley aunque sean inútiles; lo que pase después no es su problema.
Mientras, su gente sigue esperando. Algunos consolidan su poder y esperan su momento. Otros siguen esperando órdenes y su inexperiencia les impide ver que no hay plan. Otros siguen teniendo esperanza de una persona que no cumplirá.
Tenemos en México al primer presidente ya retirado aún en funciones. Exijamos. No somos parte de su jubilación. No somos su botín de guerra.
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Sus nulas acciones ante la crisis del COVID-19 hacen parecer que el cansancio ya también cobró cuota, hasta pareciera que es su forma elegida de suicidio.
“Noble y cercano al pueblo, incansable hasta la muerte”, o eso quisiera.
Cualquier escalador de montañas sabe que llegar a la cima de la montaña es la mitad, no el final de su trayecto, el jamás pareció entender que su trabajo no terminaba al ser electo, claramente cree que lo de hoy es solo un corolario, solo una inconveniencia y efecto colateral de su "imparable triunfo".
Gobernar no tiene ciencia porque no tiene importancia.
Pero no es verdad, el pueblo votó por el que creía que era un líder, lo escogió y debería exigirle.
Finalmente ellos creyeron en él.
Así que, sí López no puede, mínimo que lo intente, y sí ya no quiere, que se retire.