Pega más el discurso de AMLO que sus fallidas acciones
Triste realidad. AMLO ha dominado los procesos electorales con discursos, a pesar de que sus acciones de gobierno, en su gran mayoría, han sido perjudiciales para las y los mexicanos.
El discurso de la mentira lo mantiene como un gobernante popular; pero, incapaz e ineficiente en sus acciones.
El presidente miente y quebranta constantemente (supuestamente), en aras del pueblo, para ejecutar actos de gobierno que trastocan el bienestar de la población. Su retórica continúa convenciendo a miles de gobernados. A pesar de las negaras evidencias se niegan a creer que su gobierno, la #4T, ha fracasado en transformar al país para convertirlo en un mejor México, según sus promesas.
“No somos iguales”, insiste una y otra vez. Resultaron peores que los anteriores; más corruptos, más ineficientes y más voraces con los recursos púbicos. El discurso falaz sobre la cruda realidad.
La indiferencia de las grandes mayorías de ciudadanas y ciudadanos se hace presente.
Se insiste en que, el voto es para premiar o castigar a los buenos o malos gobernantes. A pesar de ello, AMLO sigue ganando elecciones; no su partido. López es quien oxigena a su movimiento, sin él Morena se resquebraja.
Al inicio de su mandato, dijo, ofreció que no intervendría en las actividades político-electorales de su partido. La verdad, no ha dejado de estar presente en las decisiones más importantes. Él es quien continúa dirigiendo el destino de su movimiento. Mario Delgado, dirigente de Morena, es solo un aparador que muestra las mercancías que introduce el presidente López. Las mentiras doblan la verdad y las promesas.
Panorama y realidad aterradora. AMLO ejerce influencia, como nunca antes, en todas las ramas. Si no convence, doblega, utiliza los instrumentos del Estado para beneficio personal y de su movimiento. Logró el mayor control de las instituciones para desestabilizar al país; excepción hecha de la ministra Norma Piña y mayoría de ministros de la Corte.
La SCJN es el dique que logra contener los abusos del Presidente de la República.
Aún así hace trampa. Por medio de sus amañados discursos echa culpas a los ministros de estar con las élites del poder, de formar parte de la oligarquía del poder que se niega a morir; ministros que se oponen a la transformación. Las mentiras, más sus violentas huestes trastocan la verdad y la modifican.
Solo él es el bueno, quien lucha por el pueblo, trabaja por beneficiar a los pobres, cuando en realidad ha sido lo contrario. La realidad: más pobreza; han incrementado el número de pobres por millones. Luego vienen las dádivas, disfrazadas de programas sociales, para aliviar y generar esperanzas en los pobres ilusos que siguen creyendo en el discurso.
Las y los apáticos felices, dejando que las peores cosas se sucedan en el gobierno que resultó excelente para dilapidar los recursos públicos. Gobierno que dispone de billones de pesos sin que las y los mexicanos accedan a mejores estadios de vida. Ha fortalecido la opacidad, discrecionalidad, sin rendición de cuentas.
Entre tanto, AMLO sigue cavando el deterioro de nuestro país.
El enojo de muchos para con gobiernos pasados, refuerza el autoritarismo del gobernante abusivo de López Obrador.
El “pueblo bueno” sigue perdonado todo: traiciones, mentiras y corrupción. Entre apatía y fanatismo, el presidente Andrés López, ejerce el peor gobierno.
“No somos iguales”, reitera constantemente. Claro que no. Son peores. Viene a colación por el ajusticiamiento de varios delincuentes a manos de elementos del ejército mexicano ¿No son iguales? ¡Son los mismos! Los Secretarios de Defensa y Marina, vienen de años atrás; marinos y militares también. Luego, son los mismos, esos que tanto critica López Obrador. AMLO prefiere enviar a los elementos de las Fuerzas Armadas para que realicen actividades diferentes a la milicia y dejen a los criminales “trabajar” en paz. Nuevamente se impone el discurso de la mentira.
No cabe duda que AMLO resultó un hedonista, goza de los placeres de las mentiras.
El discurso predomina sobre la realidad. Muchos analistas del régimen de López, han dejado de contabilizar las mentiras del presidente, habida cuenta de las miles y miles que ha recetado durante su mandato. El resultado, siguen creyendo en las mentiras.
La oposición debe encontrar la menara de seducir a las y los mexicanos para que vuelvan a creer en ellos. Generar una verdadera esperanza de cambio hacia un mejor porvenir. No encuentran la fórmula, no tienen a la persona idónea que lo logre, a pesar de que hay muchas y muchos que bien podrían hacerlo; están más entretenidos en buscar culpables de sus derrotas que en planear y practicar ¡Ya! las estrategias de lucha democrática para doblegar al tiránico régimen lopezobradorista.
Mientras AMLO sigue encarrilado en refrendar su triunfo en las elecciones del 2024.
A López Obrador “poco” le importa ya, su “Plan B”.
Logró el control del INE; más consejeros y la presidencia del Consejo General, le garantizan más atropellos que son solapados por Guadalupe Taddei. La ministra Loretta Ortiz, intentó destrabar la suspensión otorgada por el ministro Alberto Pérez Dayán, a quien AMLO acusó de todo; el pleno de la Segunda Sala de la Corte, volvió a darle “palo”. Por eso el “Plan B” seguirá congelado hasta en tanto no resuelva la inconstitucionalidad el pleno de la SCJN.
Razón de peso por la cual AMLO se reunirá en próximos días con la presidenta de Consejo General del INE (supuesto órgano autónomo). Irá a doblarse ¿Dónde la autonomía constitucional? El presidente leerá la cartilla a Guadalupe Taddei, quien aceptó apegarse al plan de austeridad republicana.
No todo está perdido. Falta que la oposición salga del marasmo y se ponga a trabajar. En algún momento las mentiras dejarán de surtir sus efectos y se impondrá la realidad; no dejen que a México le suceda lo mismo que a Venezuela.
Los contras insisten en que los partidos de oposición vayan por separado, que la alianza no les ha favorecido. Hacen su trabajo de zapa.
¿Hasta cuándo incorporarán a la sociedad civil organizada en los trabajos político-electorales? Urge ponerse a trabajar. El rapaz de López Obrador sigue con sus discursos de mentiras y no se detendrá.