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Mis 90 días en la 4T.

Parte 5. Misión imposible.

En algún momento de esas dos semanas en que no hacíamos más que calentar las sillas y beber café, el Magis, Jaime del Río, pidió a un colega hacer un monitoreo y escribir ciertas notas...
12 Agosto 2021
Parte 5. Misión imposible.

Sobre una sucia mesa sucia marca Rubbermaid y sentados en tres sillas de diferente manufactura, pasamos un par de semanas charlando y viendo pasar el tiempo mis dos compañeros Alberto A y Horacio B.

Debo reconocer que está fue la primera y única administración federal en la que me pagaron durante el primer mes y para la primera quincena. Sí, el día 15 de noviembre cayó el deposito quincenal vía mi CABLE. Desafortunadamente, sería lo único eficiente dentro de la 4T.

En algún momento de esas dos semanas nos dijeron que debíamos traer nuestras laptops a la oficina para trabajar, porque no había computadoras disponibles. Cosas de la 4T. Ya saben, esto de la austeridad republicana del Peje que tiene como bandera no comprar computadoras. En fin, también nos dijeron que no debíamos conectar el celular a la corriente para cargarlo, ya que parte del plan de ahorro es disminuir el gasto en energía eléctrica. Debíamos traerlo cargado desde la casa o el auto, y además, traer una batería externa repleta que hubiésemos cargado en la casa. Nada de andar cargando baterías en la oficina! Todos trajimos nuestras laptops, pero nadie hizo caso a eso de no recargar el celular, ni el más chairo de los funcionarios dejó de cargar su celular en la toma de corriente de la SSPC. Vaya, la austeridad tiene límites democráticos.    

En algún momento de esas dos semanas en que no hacíamos más que calentar las sillas y beber café, el Magis, Jaime del Río, pidió a un colega hacer un monitoreo y escribir ciertas notas. A él, le gustaba en especial, ver las medias verdades que escribe un columnista de nombre Riva Palacio. Confieso, que nunca me ha parecido muy acertado, pero la 4T lo tiene a él como piedrita en el zapato, quizá el Peje se peleó con él hace años, quizá le debe dinero, o simplemente le tiene ojeriza. No lo sé.

El caso es que le pidió a mi compañero Alberto A, escribir una nota analítica sobre la columna del tal Riva Palacio. Él leyó la columna en su celular y la escribió en su laptop. La copió en su USB y se la llevó al Magis, pero resultó que ese día, el buen Magis se había ido a una comida y no volvería hasta la tarde. Pero eso sí, le dejó dicho a su secretaria, que todas las notas que había pedido se las enviarán por Telegram. Y aquí hago una pausa porque da risa escuchar que los fieles de la 4T creen que Telegram es súper secreto y confidencial, cuando la verdad es que pertenece a un par de rusos que tienen su central informática en Dubai y que por casualidad no han permitido que el servicio secreto israelí llegue a detectar los mensajes que comunican por este servicio de mensajería los terroristas árabes. En lo personal, para cuestiones de seguridad nacional, no veo razones para que Telegram sea más secreto y seguro que WhatsApp. Pero por algo dejé de ser funcionario de la 4T, seguro me falta visión.

Pues mi colega, Alberto A, salió con su nota en un USB a buscar un café internet en las calles alrededor de la SSPC para enviarle al Magis su análisis.

Desde entonces evito pensar las implicaciones que tiene para la seguridad nacional pagar 10 minutos a cinco pesos para enviar una análisis de seguridad pública desde el cyber de la esquina. En fin, recordemos que como éramos nuevos funcionarios en la SSPC no teníamos acceso a Internet.

Ni que fuéramos fifís. Así, el cyber atrás del Oxxo de Constituyentes fue fiel testigo de esta nota abierta en Word y pasada de la compu al Telegram poco antes de las 18:00 hrs. Alberto A, regresó satisfecho a comentarnos que la logró enviar sin mayor problema. Minutos más tarde, cerca de las 18:20 entró el Magis a nuestra oficina y aconteció este divertido dialogo:

—Alberto A, ¿qué pasó con la nota?

—Se la envié hace unos minutos, Magis.

—Pues no me llegó. Te la pedí desde las 12. ¿Más de seis hora para hacerla?

—Sí señor, pero no tenemos internet y tuve que salir a buscar un lugar para enviársela.

—Pues muy mal, pésimo. Que no tengan internet en la oficina no es pretexto para no enviarme las notas a tiempo. Hay que tener iniciativa y creatividad. 

Al igual que le habría sucedido a K, protagonista de El proceso, mi colega Alberto A, se quedó atónito ante estos argumentos, pero en la 4T este tipo de estupidez es la ley. Los demás testigos aprendimos que con, o sin Internet, hay que enviar notas al jefe.

Aunque sea de un cyber café que llenaba de virus los USB.       




Andrés Torres-Scott

autor 📖 politólogo | @CIDEAlumni @Cambridge_Uni @UAlberta @UTRGV | 👉 tuit mea culpa est | certified pessimist😒

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