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La rendición a la barbarie.

Me río del humanismo de López Obrador

Ese señor, lo único que ha hecho es dar pasos, no solamente hacia el desmantelamiento del Estado de derecho, sino hasta la ruptura del frágil tejido social en nuestro territorio, y quien debe irse, ahora sí que “sin chistar” a su rancho.
El Aviador
El Aviador
07 Febrero 2024
Me río del humanismo de López Obrador

El humanismo, por lo menos como lo entiende este su amigo “El Aviador”, por cierto, cada vez más molesto con la realidad del México del fin del sexenio lopezobradorista y preocupado por sus consecuencias, mismas que estima se harán más evidentes hacia el fin de la década, coloca al ser humano en un centro desde el cual se desprenden todo tipo de pensamientos y creencias.

La ética humanista, nos dice el “Manifiesto Humanista”, obra del año 2000, emanada de la Academia Internacional de Humanismo de los Estados Unidos de Norteamérica, es decir, “gringolandia”, se compromete a maximizar la libertad de elección de pensamiento y conciencia, además de la libre investigación y algo muy importante: el derecho de los individuos a seguir con sus propios estilos de vida hasta donde sean capaces y hasta tanto que ello no dañe o perjudique a otros. 

Dicho en pocas palabras, la ética humanista es sinónimo de libertad, por lo menos desde la perspectiva que emana de la mente, quiero pensar todavía lúcida de este veterano hombre del aire que redacta estas líneas para CoNexiones, interpretando aquello que los verdaderos sabios le regalan respecto al significado de ser una persona humanista., valor al que debemos sumar al votros dos que me parecen esenciales: dignidad y autonomía.

Aceptando las premisas anteriores y habiendo constatado una y otra vez el carácter autoritario del afortunadamente próximamente saliente Presidente de México, ¿a quien se le ocurre darle crédito a ese frecuente reclamo que hace en el sentido que el suyo es un gobierno humanista?

¡Por favor!

No hay nada más lejano a la libertad, dignidad y autonomía que pretender ejercer el control de algo, en este caso el de todos los niveles y poderes de gobierno y de todo, de la manera tan férrea, es decir, tan implacable y deshonesta como López Obrador se ha dedicado a hacer desde que tomó posesión del máximo cargo del Poder Ejecutivo en México.

Para nadie es un secreto que el de Macuspana no tiene empacho de usar a quien se deje con tal de conseguir sus propósitos políticos y hasta cínicamente de presumir que lo hace como receta para ganarse el favor del pueblo, objetivos que cada día queda claro tienen mucho de castristas y por ende de maoístas, por cierto, ideologías en las que el partido o movimiento, pero en especial quien lo encabeza o líder y quien les respalda (generalmente con la fuerza de las armas), están por encima aun sobre los derechos humanos más elementales como es el de la salud y la vida. Quien dude que el actual presidente de nuestro país desprecia estos y mucho otros derechos solamente debe revisar la lista de sus decisiones que se han transformado en muerte de miles y miles de mexicanos y mexicanas.

Mejor no le digo nada de la libertad de expresión, de prensa o de la destrucción de mi adorada aviación civil, para que no me den ganas, como el Principito de evadirme y huir a un asteroide.

Y es que no solamente esta pluma y el espacio editorial que lo alberga, sino cualquier voz disidente, al más fiel estilo de una dictadura, están siendo crecientemente amenazadas en el actual sexenio.

Sin libertad de prensa 2

Entonces estimado lector mío, que ese señor que los mexicanos elegimos en el año 2018  para ver por la administración federal del país y que lo único que ha hecho es dar pasos, no solamente hacia el desmantelamiento del Estado de derecho, sino hasta la ruptura del frágil tejido social en nuestro territorio, y quien debe irse, ahora sí que “sin chistar” a su rancho hacia septiembre de este año, no nos venga con su “humanismo”, al que “El Aviador” no ve como otra cosa que no sea un ingrediente más de su demagogia dictatorial, disfrazada de populismo y arropada por los más altos grados de impunidad y su hermana menor corrupción.

Debo confesar que con “humanistas” como López Obrador se le hace un mal favor a los principio de la materia, tanto que hasta los más convencidos de esta filosofía a veces tenemos ganas de desvincularnos de ella por la vergüenza que podemos sentir de que por ser humanistas se nos pretenda identificar con un dictadorzuelo de tercera al que la ignorancia, la buena voluntad y la necesidad de bienestar del pueblo mexicano llevaron Palacio Nacional, por medio de una democracia contra la cual, como nunca además, está el mismo atentando cotidianamente.

Bien tenía mi amigo Antoine, –el del Principito, que la democracia no es el mejor sistema de gobierno para una población tan vulnerable a la manipulación como hay que decirla es la nuestra.





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