No se hagan bolas. El presidente Andrés Manuel López Obrador tendrá que recurrir a esa puntillosa, pero certera frase salinista para amansar las aguas, volver las ovejas al rebaño y evitar una rebelión tempranera en la granja.
Y es que bastó una expresión en su conferencia mañanera de que habrá relevo generacional al término de su mandato, hombre o mujer por arriba de los 50 años, para que se desataran las interpretaciones entre su alborotado hato, y más todavía, entre los simpatizantes de quienes buscan la anhelada unción.
Apenas había terminado la conferencia del pasado 11 de marzo cuando emergieron de la nada auténticos videntes quienes vieron retratado al personaje que delineó el presidente; otros más vieron el dedo pulgar presidencial señalando al “ungido”, y otros vieron una pequeña flexión de cuello, del presidente, hacia su izquierda, con la mirada dirigida hacia ese personaje, ubicado al lado de un florero.
Nada de eso ocurrió. Basta ver el final de esa conferencia, donde a preguntas del reportero de la Crónica, Daniel Blancas, el presidente López Obrador caviló sobre lo que será su jubilación laboral y política, en su Quinta de Palenque, Chiapas, una vez que concluya su sexenio.
Para tristeza de algunos y algarabía de otros, nada de lo que vieron en esa mañanera los pitonizos bisoños ocurrió, como tampoco un “destape” tempranero.
En su momento, en 1994 el expresidente Carlos Salinas de Gortari, supuesto rival político del actual presidente, tuvo que echar mano del arte del convencimiento ante una crisis que se le desató en el ocaso de su gestión, producto de la irrupción del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), de una campaña innocua que nunca prendió de su candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio Murrieta y del berrinche de un activísimo Manuel Camacho Solís, en esos momentos negociador para la pacificación.
Ante ese panorama, el expresidente Salinas de Gortari convocó a un desayuno a la dirigencia nacional del PRI, con un solo propósito: evitar la confusión alentada por los seguidores del candidato y por quienes creían tener el derecho legítimo de la sucesión.
En medio de la ebullición de ese desayuno, surgió la voz inconfundible del exmandatario.
“No se hagan bolas, el candidato es Luis Donaldo Colosio”, les espetó, lo cual no hizo más que alentar el caldero, según reconoció más tarde el exsecretario particular de Luis Donaldo Colosio, Liébano Sáenz.
Tan no surtió efecto el “no se hagan bolas”, que el fantasma del relevo del candidato siempre acompañó a Colosio Murrieta, hasta su muerte, aquella tarde del 23 de marzo de 1994, en Lomas Taurinas.
Huelga la semejanza, no obstante que son otros los tiempos, otras las circunstancias y otros los personajes, lo cierto es que el “hay relevo generacional” recetado por el jefe del Ejecutivo despertó las pasiones, como las desatará, en su momento, cuando su dedo índice, no el pulgar que algunos vieron en la mañanera del desasociego, señale a quien habrá de continuar la ruta de la Cuarta.
Es importante traer a cuenta la animalidad política del presidente, esa que define su manera política de gobernar, esa que muestra en las mañaneras cuándo opta por decir o hacer algo, cuándo callar, cuándo darle la vuelta a las cosas, cuándo bordar y bordar para no decir nada, cuándo brincarse de un tema escabroso a uno más cómodo, cuándo aplicar la “dormilona” para desviar la atención.
De tal forma que lo sucedido en esa conferencia no fue más que una gracejada del presidente; no iba a cometer un desliz cuando su sexenio apenas rebasa el primer tercio, y si alguien conoce bien de los tiempos políticos, ese es Andrés Manuel López Obrador.
Lo que sí es cierto, nos confía nuestra garganta profunda de Palacio es que el presidente tiene ya en su cabeza a quien habrá de sucederlo y lo que est@s hacen para bien del proyecto de la 4T o para beneficio propio y de su grupo.
Para nuestra fuente, sin decir nombres, López Obrador sabe perfectamente quien, de los dos que hasta el momento tiene en su mente, podrá dar continuidad.
“Y los sigue con lupa”, nos reveló.
Y quien también sabe esto es la esposa del presidente, la historiadora Beatriz Gutiérrez Müller, quien también tiene sus afectos y quien también incide en las decisiones del político y mandatario tabasqueño.
Y si no se cree en ello habrá que recordar, por ejemplo, de quién fue la idea de solicitar al Rey de España pedir perdón a los pueblos originarios de México por las atrocidades cometidas durante la conquista.
Y en ese contexto se inscribe el reciente artículo del exdiplomático Agustín Gutiérrez Canet, en el diario Milenio, intitulado “¿Qué hacemos en Honduras?”, en el que da cuenta de manejos por lo menos extraños de una prima hermana del presidente de Morena, Mario Delgado Carrillo, Laura Elena Carrillo Cubillas y la hermana del presidente de Honduras, Hilda Hernández, quien habría sustraído fondos públicos por cuatro millones de dólares, a través de una empresa fantasma.
En ese mismo artículo Gutiérrez Canet califica a Mario Delgado como “aliado de Marcelo Ebrard en la promoción del proyecto presidencial del canciller para el 2024”.
En el mismo artículo Gutiérrez Canet refiere también el nombramiento del Grupo Salinas de Viviana Bueso Asfura, “mujer con poca experiencia en el sector bancario”, al frente de Banco Azteca en Honduras, quien es hermana de la esposa del canciller Marcelo Ebrard Casaubón, Rosalinda Bueso Asfura.
Por eso el título de la columna “¿Qué hacemos en Honduras?”, de Gutiérrez Canet. Los hechos pasarían a ser en otro contexto meramente anecdóticos y en cierto grado preocupantes; sin embargo cobran relevancia extrema porque Gutiérrez Canet es nada menos que tío paterno de Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente.
En Cortito: La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero urge a crear una nueva Ley Federal de Juegos y Sorteos, indispensable para acabar con corruptelas en la materia, como las que se han dado en Nuevo León y Baja California. En esto será clave que ella misma asuma el mando directo de ese sector, sin intermediarios. Importante su determinación porque ello significa que no tolerará corrupción, traiciones y malos comportamientos en esa área ni en ninguna que dependa de la secretaria encargada de la política interior del país.