El precio que pagará el aerotransporte mexicano por este sexenio
A la hora en la que algunos cercanos o allegados pretenden justificar ante quien firma esta columna la corrupción del actual gobierno federal, suelen alegar que, en los sexenios anteriores, especialmente en el del presidente Peña Nieto, también la había.
No lo voy a negar, tienen razón; los gobiernos del PRI y del PAN, me consta, exhibieron intolerables niveles de ilegalidad, por lo menos en lo que a manejo de recursos públicos toca, algo que sin duda impactó en la calidad de la gestión de las actividades aeronáuticas de México, comenzando por su aerotransporte, pero nunca tan graves y no solamente en materia de legalidad, sino también de incompetencia, que no hay que olvidar está íntimamente ligada con la corrupción, especialmente cuando la misma se relaciona con haber aceptado un cargo sin tener las debidas competencias y experiencia, como los que se han evidenciadas en eso que a los ingenuos les encanta llamar “Cuarta Transformación”, que en mi opinión no es otra cosa que el perverso empleo con fines partidistas, en este caso personales, de las necesidades de los ciudadanos por parte de un genio de la manipulación política como es el presidente López Obrador, cuyo gobierno nos ha dado, por lo menos en materia aeronáutica, toda una cátedra de ineficiencia, prepotencia e impunidad.
Las consecuencias comienzan a saltar a la vista en el deterioro de los indicadores del aerotransporte mexicano en el que los números rojos en los balances de resultados marcan la pauta, impacto que en realidad se hará sentir con toda su perniciosa fuerza hacia finales del presente decenio luego del debilitamiento de aun las otrora solidas entidades y organizaciones públicas y privadas de nuestra aviación civil.
Algunos de mi generación, es decir, los veteranos, muchos de los cuales se sienten ya de salida, quizás podrán afirmar con fundamentos, pero sin duda de manera por demás cínica y miope, que a ellos esas consecuencias ya no les van a impactar, irresponsablemente olvidando que detrás de ellos hay jóvenes hombres y mujeres un mejor aerotransporte mexicano que el que se les está heredando.
“El Aviador” es de la idea que todo aquel que se resigne y no luche por evitar la debacle a la que el lopezobradorismo está llevando a las aerolíneas y aeropuertos mexicanos, debe asumirse como cómplice de la virtual destrucción de una industria como la aviación comercial mexicana, hace años orgullo de sus ciudadanos.
Ya no es tiempo de prender las luces rojas de alerta; el daño no solamente ya comenzó, sino que se ha extendido y no queda otra que actuar, en mi caso intentando llamar la atención de la población, en especial de la que ama al avión, lo emplea o ambas cosas, hacia la importancia de ejercer libre, pero responsablemente su voto el próximo 2 de junio para que no nos quedemos en unos años sin aerotransporte civil nacional, en perjuicio de las actividades económicas, sociales y de bienestar en el territorio y el espacio aéreo de México.