El oportuno fallecimiento de un ingeniero de la Boeing
El pasado 10 marzo se reportó la muerte “por suicidio” en el estacionamiento de un hotel de Charleston, Carolina de Sur del ingeniero de calidad John Barnett, exempleado del fabricante aeroespacial norteamericano Boeing,
conocido por haber comenzado a revelar severos problemas con la calidad de la fabricación de los aviones de esa empresa. Se afirma que Barnett, que había trabajado para el fabricante durante 32 años, jubilándose en el año 2017, estaba en dicha ciudad para dar testimonio en un proceso legal contra Boeing.
El pasado 19 de febrero murió, se afirma producto de haber caído de las escaleras de su casa, el economista y político Carlos Urzúa, primer Secretario de Hacienda del gobierno lopezobradorista y quien alejado ya del morenismo se había convertido en un severo, respetado y por ende peligroso crítico de la mal llamada 4T.
Otra “oportuna” muerte que se ha registrado en este 2024 que noticiosamente está dando mucho, –y lo que le falta hasta que concluyan los procesos electorales federales en México y los Estados Unidos– es la de Alekséi Navalni, feroz opositor a opositor de Vladímir Putin quien falleció en circunstancias extrañas en una cárcel rusa el 16 de febrero.
También muy oportuna y también bajo custodia fue la muerte en Nueva York en el año 2019 del innombrable millonario Jeffrey Epstein quien se llevó consigo a la tumba pútridos secretos de políticos y diversas personalidades del entretenimiento con las que se relacionó y que bien podrían haber acabado con la imagen de varios de ellos y claro está, con sus carreras.
¿Qué decir del abatimiento en Pakistán y veloz disposición en el mar del cuerpo del terrorista saudita Osama bin Laden, al que se le atribuyen los ataques a los Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, y quien se afirma, le sabía mucho a esa CIA para la que habría alguna vez trabajado?
Imposible olvidarse del caso de una Marilyn Monroe, íntimamente vinculada a los hermanos John y Robert Kennedy, que fue encontrada muerta en su casa de Los Ángeles, California, en el año 1962, aparentemente víctima de una sobredosis de barbitúricos.
Sin duda palabras mayores eso de hablar mal o de hacerse de secretos de ciertos gobiernos, gobernantes y corporaciones a las cuales hay que tener mucho cuidado al enfrentar o al simple y sencillamente ser uno percibido como un peligro para ellas.
Y no por favor, no estoy afirmando que las anteriores muertes hayan sido asesinatos, simple y sencillamente porque no tengo los elementos para confirmarlo. Lo que definitivamente tengo son años y experiencia en esto de estar pendiente de la geopolítica y de la aviación, algo que me permite manejarme cómodamente en una incredulidad hacia todo aquello que, por ejemplo, un cuerpo policiaco, una agencia estatal de seguridad, un forense, un gobierno, un político, un abogado, un clérigo, un empresario, un juez o cualquier clase de figura con poder, pueda declarar sobre cualquier asunto. Es más, no logro tragarme el cuento que el Papa Juan Pablo I murió de causas naturales o de que Hitler perdió la vida, por suicidio, en Berlín en el ocaso del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial.
En fin; ahora comprendo que si le sigo dando cuerda a la tecla esto termina en libro, que no es el propósito de esta entrega sino el de llamar la atención hacia la posibilidad de que muertes como la del ingeniero de Boeing tengan como origen algo muy diferente a la versión oficial.
Así de fuertes y de peligrosas veo las cosas en el mundo mi estimado lector.
Por lo pronto “El Aviador” va a procurar ya no volar en aeronaves del icónico y ahora emproblemado constructor aeroespacial hoy día con sede en Chicago del que emanan aviones con serios retos de seguridad, caso de su modelo 737.
¡No es cierto! Claro que voy a volar en un Boeing o en lo que sea que me lleve con vida al cielo, algo que es definitivamente más seguro que el deporte de andar opinando de temas tan sensibles como son los relacionados con la política aeronáutica cívico-militar mexicana, y por lo que veo, también la del extranjero.
Cuídese mucho y por favor, si usted poseedor de cierta información que le pueda pisar feo un callo o costarle mucho dinero a alguien o a algo poderoso y está dispuesto a darla a conocer de manera pública, vaya preparándose porque en una de esas me lo suicidan.