Necesita marionetas sincronizadas
Morena es un movimiento que sobrevive gracias al manejo del gran titiritero. Un movimiento que ha demostrado ser una oleada que destruye lo que queda en su camino. Hasta ellos mismos.
Ha destruido no sólo la oposición, sino al sistema de partidos como lo conocíamos en México. Esto último dejó en evidencia el desgaste, la fragilidad, corrupción y desencanto de la sociedad por los partidos políticos tradicionales. Hoy los pocos partidos que sobreviven están apanicados por actos corruptos del pasado, o se pegan a Morena como parásitos, tratando de sobrevivir a través de alianzas y componendas parlamentarias.
Esta destrucción ha demostrado ser el eje rector de gran parte de las estrategias implementadas por el actual gobierno. Porque la 4T ha borrado programas y proyectos, en lugar de revisar, corregir, restructurar y aprovechar lo que estaba bien. Tira lo bueno y malo sin diferenciar. Así lo hizo con el abasto de medicamentos contra el cáncer, con el aeropuerto de Texcoco, con el programa de Estancias Infantiles, entre otros.
Bajo el argumento válido de la corrupción, borró proyectos con futuro y causó desabasto en medicinas. Eliminan sin corregir e improvisan en el camino.
¿No es mejor denunciar y procesar la corrupción, antes que eliminar de tajo los proyectos?
Así, el titiritero, con urgencia de recursos, resentimientos y obsesión por tener el control busca jalar los hilos de los Fideicomisos, además de las instituciones autónomas, los órganos reguladores y la libertad de prensa. Necesita marionetas sincronizadas
Este 30 de Septiembre la iniciativa de Mario Delgado y el grupo de diputados de Morena aprobó en comisiones, la eliminación de 109 Fideicomisos y asignar al Estado el manejo de 68mil millones de pesos. Es importante mencionar el voto valiente de la diputada morenista Rocío Barrera que votó en contra de su bancada.
Me parece valida la revisión de los fideicomisos, pero nuevamente se aplica la estrategia de destruir antes que sentarse a revisar caso por caso. Si se presume opacidad y falta de información sobre los recursos, que se investigue y se transparenten. Desaparecerlos no sólo lastima a todos los investigadores, cineastas, periodistas, deportistas, y demás afectados, sino que nos debilita como país, debilita la autonomía y competencia frente al gobierno y al mundo. Limita el crecimiento como sociedad independiente y participativa. Y limita nuestra capacidad de libre movimiento.
Hoy no se sabe cómo se manejarán los recursos, cuál será su destino o bajo qué reglas se asignarán. Se ha comentado que serán aplicados a los programas sociales o al combate de la crisis económica y sanitaria. Pero ese no es el tema.
En el fondo lo que vemos nuevamente es la búsqueda del control por parte del gran titiritero, alejando los mecanismos legales y técnicos que nos dicen quién y cómo se gasta. Para que el manejo de los recursos quede en manos del gobierno y así, de forma discrecional, asignarlos. Premio, control y castigo.
Los fideicomisos garantizan proyectos transexenales, la autonomía de investigadores, científicos, artistas y periodistas. Esto le duele al gobierno porque les quedan fuera de su alcance y de sus manipulaciones políticas. No les garantiza lealtad ciega.
Es importante mencionar que si en el dictamen no se incluyen los documentos y el historial de cada uno de los fideicomisos, se pueden perder los datos y movimientos de los gobiernos anteriores. Sería entonces difícil esclarecer la opacidad, que es el supuesto argumento que ha causado la toma hostil de los Fideicomisos.
El 1o de Octubre pasó la iniciativa al Pleno de la Cámara de diputados y por falta de quórum se aplazó la votación. Aun hay tiempo.
Al final parece ser que el titiritero prefiere cortar los hilos y perder una pierna, antes que desenredarlos y perder el control. Ya lo hizo con la Suprema Corte de Justicia de la Nación y ahora quiere los fideicomisos.
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