Le preguntan a Mafalda: ¿Prácticas algún deporte de riesgo?
Ella responde: ¡Sí, a veces doy mi opinión!
Vaya motivación la que el gobierno de la mal llamada 4T nos está dando a los que nos dedicamos a opinar con motivo de su lamentable desempeño en un Acapulco devastado y sumido, por falta de Estado, en un total y criminal caos, propio, hay que decirlo, de una guerra civil.
Conforme constatamos que otras de las víctimas del desgaste institucional del lopezobradorismo son las fuerzas armadas y su capacidad de respuesta ante emergencias, por ejemplo en el marco del “Plan DN-III", concebido y aplicado por primera vez en el año 1966, y que en este 2023 con sus operadores uniformados agotados económica, estratégica y logísticamente, lucen incapaces de asistir a la población de manera oportuna, efectiva y algo importante: Apolíticamente, habiéndose dedicado este sexenio, en lugar de a mantenerse preparados para hacer su tarea de defensa y seguridad, a cumplir caprichos, encargándose de obras y asuntos que no les corresponden sin contar con los recursos económicos, humanos y técnicos para ello, algo que “El Aviador” constatado personalmente, por lo que puede tener algo que valga la pena ser dicho.
“No he contado ni la mitad de lo que he visto…” Cuenta la leyenda que el gran viajero veneciano Marco Polo dijo esas palabras cuando en su lecho de muerte, se le pidió se retractase de aquello que no fuese verídico en sus historias.
Tengo razones para identificarme con este enigmático mercader; primero porque me considero todo un viajero; segundo porque también me he dedicado al comercio en mis viajes; tercero, porque cuando viajo, procuro observar con detalle y registrar lo que se me presenta; cuarta; porque como él, siento que no he contado gran parte de lo que he visto en mis andares, en especial los relacionados con la aeronáutica, convertidos la mayoría de las veces en experiencias enriquecedoras e interesantes pero en muchos casos asimismo preocupantes y hasta alarmantes, que intento recuperar de manera objetiva en espacios editoriales como el que se me ofrece en esta oportunidad.
“Un escritor profesional es un amateur que no se dejó vencer”, dice creo que con justa razón Richard Bach. Hay veces que el precio de entregar un texto honesto y quizás valiente puede suponer un enorme reto, no en vano Ernest Hemingway afirmaba: “No hay nada de especial en escribir. Todo lo que haces es sentarte ante una máquina de escribir y sangrar…” ¿Será?
Lo cierto es que el reto para el autor –por lo menos así lo percibo –es tener algo valioso e interesante que decir a sus lectores y ponerse a trabajar en ello. El problema se complica toda vez que no siempre se dispone de material, o si se tiene, el momento puede resultar no propicio para publicarlo. Sin duda, la prudencia es una buena consejera.
Afortunadamente para la producción editorial de quien firma, las razones para ser prudente se extinguen conforme la sensatez y el amor dan cuenta de sinsentidos que deben ser expuestos ante la opinión pública, caso de los atentados contra la aviación civil mexicana, la salud de las finanzas públicas y los derechos humanos, que están siendo cometidos desde cuarteles y oficinas, alentados por uno que se cree todopoderoso. De esta manera, como Marco Polo, no he contado ni la mitad de lo que he visto en los últimos años al respecto, por lo que es válido afirmar que material tengo de sobra.

“¿Te puedes dar el lujo de tener la razón?” No dudaba en recordarme un entrañable amigo cada vez me veía en alguna disyuntiva. Intento seguir su consejo y pensar dos veces lo que afirmo o escribo, no sin olvidar que dictadores y militares son muy proclives a coartar, si es que no cancelar sin justificación, los ejercicios de libre expresión, mismos que admito, defiendo cuasi quijotescamente con todo lo que ello significa en materia de conflictos con propios y extraños.
Y es que me cuesta trabajo adoptar la solución que proponía el histórico líder sindical mexicano Fidel Velázquez a la hora de caer en una equivocación en este sentido: “No digas todo lo que pienses, no escribas todo lo que digas y no firmes todo lo que escribas, y si lo pensaste, lo dijiste, lo escribiste y lo firmaste, ¡entonces rájate!”
Y no, ¡no me rajo!
En todo caso, el objetivo es encontrar un equilibrio entre actuar con libertad y obrar con prudencia, algo que es bastante difícil de lograr. En este contexto, unas palabras de Charles Lindbergh me ayudan mucho: “No creo en correr riesgos innecesarios, pero lo cierto es que nada se puede conseguir, sin arriesgarse alguna vez.”
En eso estoy y eso intento, en favor de lo que, y los que amo.
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